El Día Mundial del Lavado de Manos (15 de octubre) es una iniciativa instaurada por las Naciones Unidas desde el año 2008. La idea es incrementar la concientización y comprensión de la importancia del lavado de manos con agua y jabón como un medio efectivo y accesible para prevenir enfermedades.
Hoy en día sabemos que el lavado de manos es una cuestión de salud. Una práctica muy simple con la que se pueden evitar muchas enfermedades y muertes. Sin embargo, el lavado de las manos, continúa siendo un problema pendiente de solución tanto en los ambientes domésticos como en los servicios de salud a nivel mundial.
Dra. Mudryk, Infectóloga, presidente del Comité de Control de Infecciones del HMISR
Los invito a repasar un poco de la historia de este tema.
A mediados del siglo XIX, en general, la limpieza personal tenía una importancia más social que médica. Se consideraba al lavado de manos como una cuestión de decoro, de estética y de status social. El paso a considerarlo una cuestión de salud no dió en forma automática. El descubrimiento del lavado de las manos como una medida higiénica capaz de eliminar los microorganismos presentes en estas, ocurrió en la primera mitad del siglo XIX.
En 1847, el médico húngaro Ignaz Semmelweis demostró que esta práctica, literalmente, salvaba a muchas personas de la muerte, algo que hoy se da por descontado pero que entonces constituía una novedad. La observación cuidadosa, el análisis y la asociación de hechos realizado por eminentes científicos, que convivieron con la muerte de la mayoría de los enfermos hospitalizados a causa de la infección, le permitió comprender que las manos de los médicos podían portar partículas que enfermaban a los pacientes; por eso abogaron denodadamente por instaurar el lavado de las manos.
Los estudios de Semmelweis constituyeron la primera evidencia documentada y clara del beneficio que reporta el lavado de las manos en el control de las enfermedades infecciosas, vigente hasta la actualidad (al bajar la mortalidad de las mujeres parturientas en su servicio de 10 a sólo 1%).
A pesar del éxito espectacular de las técnicas, la innovación no fue bien recibida por todos. Cuando Semmelweis cuestionó las prácticas de sus colegas señalando que podían dar lugar a enfermedades, se enfrentó al rechazo de la vieja guardia de su profesión.
El Dr. Ignaz Semmelweis
En las siguientes décadas se descubrieron los gérmenes y se comprendió su comportamiento, a partir de Louis Pasteur o de Robert Koch. Joseph Lister, por su parte, fue el pionero de la antisepsia en la cirugía, que incluía el lavado de manos en profundidad con un éxito espectacular, aunque tampoco logró sortear las críticas de muchos de sus colegas.
Al mismo tiempo que la figura de Semmelweis era reivindicada, al fin, por la comunidad científica, la idea de la higiene personal dio otro paso adelante vinculado a los efectos de la revolución industrial.
A medida que crecieron las concentraciones urbanas, crecieron los desafíos higiénicos y epidemiológicos. Gran parte de su posibilidad de sostenibilidad se dió a partir de los sistemas de agua corriente y el baño tal y como lo conocemos.
Sin embargo, a la historia del lavado de manos todavía le queda, por decirlo de algún modo, mucho recorrido.
Por eso, si bien es una oportunidad una vez al año de lograr un gran impacto en apoyo del lavado de manos con jabón, el importante trabajo de promoción de la higiene no debería terminar luego del 15 de octubre y debe convertirse en un hábito que las personas realicen de modo automático en momentos fundamentales.
Un lavado de manos adecuado requiere jabón y solo una pequeña cantidad de agua. Cúbrase las manos mojadas con jabón; friegue todas las superficies, incluidas las palmas, los dorsos, el área entre los dedos y, sobre todo, debajo de las uñas, durante alrededor de 20 a 30 segundos; enjuague bien con agua corriente, y séquese con una toalla limpia.
Data: Los niños y niñas menores de 5 años sufren enfermedades diarreicas de manera desproporcionada y más de 3,5 millones de ellos mueren cada año en el mundo debido a enfermedades relacionadas con la diarrea y la neumonía. El acto de lavarse las manos con jabón puede reducir la incidencia de las tasas de diarrea entre niños menores de 5 años a casi la mitad y las infecciones respiratorias a cerca de 25 por ciento.
El lavado de manos también puede prevenir infecciones cutáneas, infecciones de los ojos, provocadas por parásitos intestinales y dentro de los virus respiratorios: influenza, nuevo coronavirus SARS COV 2 y Virus Sincitial Respiratorio (VSR) entre otros.
Especialmente ahora en el contexto de pandemia por SARS COV 2 recordar que el Lavado de manos con agua y jabón o con alcohol en gel de manera frecuente es una de las principales medidas preventivas recomendadas para evitar la transmisión.
Dra. Gabriela Mudryk //Infectóloga //
Presidenta del Comité de Control de Infecciones del HMISR
infectologia@hospitalsanroque.gob.ar